martes, 25 de mayo de 2010

Cuento: La oveja y el lobo


“LA OVEJA Y EL LOBO”


En un pequeño pueblo vive Marta, una niña de doce años que cuando no va al colegio, trabaja cuidando el rebaño de su abuelo. A Marta le encanta llevar a las ovejas a pastar a la montaña.
Su abuelo es ya muy anciano y durante la semana él se encarga de llevar al ganado al pie de la montaña. Los sábados y domingos Marta saca el ganado y lo lleva a lo más alto de la montaña para que coma hierba fresca.
-Marta, ten mucho cuidado y no subas tan arriba. Los demás pastores comentan que por allí ronda un enorme lobo- le dice su abuelo todas las mañanas antes de salir.
-No te preocupes abuelo, tendré mucho cuidado- le contesta Marta para tranquilizarlo.
Sin obedecer a su abuelo, Marta lleva a su rebaño a la cima más alta. Le encanta mirar desde allí el pueblo y ver sus casas tan pequeñitas y a la gente que parecen hormiguitas caminando de aquí para allá.
Se pasa todo el día mirando hacia el pueblo, hablando en voz alta y escuchando el eco de su voz, o bien, juega a buscar insectos. A Marta le encanta ser pastora. De mayor le gustaría tener su propio rebaño.
Al llegar la tarde, Marta reúne el ganado y baja a encerrarlas al corral.
Pero un día, una de las ovejas se quedó perdida en la montaña. Cuando la pobre oveja se dio cuenta de que se habían marchado sin ella, se puso muy triste. Ella sola no sabía regresar. ¿Qué iba a hacer ella allí solita?.
-¡Beeee, beeee!- balaba la oveja lo más fuerte que podía, pero no había respuesta, nadie la escuchaba.
Sin saber qué hacer, se tumbó cerca de unas rocas, al menos allí no pasaría mucho frío. Tenía tanto miedo que cerrró fuertemente los ojos y se quedó muy quieta.
De pronto, sintió algo. Alguien se estaba acercando. Pensando que sería Marta que venía a recogerla, abrió los ojos y…
-¡Beeee!- gritó.
Delante de ella, mirándola fijamente, estaba el enorme lobo del que hablaba la gente del pueblo. Tenía unos colmillos afiladísimos y la boca más grande que jamás había visto.
Quería correr, pero sus patas no le respondían. No podía levantarse y pensó que había llegado su fin. Aquel lobo se la iba a comer de un solo bocado.
En cambio, el enorme lobo se quedó quieto, mirándola y le dijo:
-¿Por qué no corres?, cuando me acerco a alguien siempre salen corriendo.
-No puedo, el miedo ha paralizado mis patas- le contestó
-¿Me tienes miedo?, pero ¿por qué?- preguntó el lobo.
-¿Por qué? Pues porque eres un lobo y comes ovejas.
-¿Qué yo como ovejas? ¡Qué asco!, pero si soy vegetariano.
-¡Un lobo que come hierba! ¡ja,ja,ja!. Si se lo cuento a las demás me tomarán por loca. ¡Ja,ja,ja! Un lobo vegetariano.
- Y tú, ¿ de qué te ríes?- le pregunta el lobo un poco enfadado.
-No te enfades, es que jamás me lo hubiese imaginado. La gente del pueblo comenta tantas cosas sobre ti, que te tenemos pánico.
- Ya ves, no se puede hacer caso de los comentarios- le reprocha el lobo- Por cierto, ¿ te gustaría ser mi amiga?. Todo el mundo me teme y nunca he tenido ningún amigo ni amiga. Estoy siempre tan solo y tan aburrido.


Pasaron casi toda la noche hablando. Un poco antes del amanecer se quedaron dormidos.
Marta, como cada mañana, llegó muy temprano a casa de su abuelo. Sacó a las ovejas del corral y subió a la montaña.
Se quedó parada. No podía creer lo que sus ojos estaban viendo. La oveja que le faltaba, que creían devorada por el feroz lobo de la montaña, dormía plácidamente al lado del malvado lobo del que tanto había oído hablar en el pueblo.
Al sentir al resto de las ovejas, los dos amigos se despertaron. El lobo no sabía lo que hacer cuando vio a Marta mirándolo y se quedó quieto al lado de su amiga.
La oveja le contó a sus compañeras todo lo sucedido y se rieron un buen rato al saber, que aquel lobo al que tanto temían, comía hierba.
Sin darle mayor importancia, las ovejas comenzaron a saborear la exquisita hierba. Marta no se movía, pero sabía que si las ovejas no le tenían miedo al lobo, ella tampoco tenía que temerlo.
El lobo un poco más tranquilo se puso a comer al lado de su amiga ante el asombro de Marta.
Desde aquel día, el lobo espera impaciente la llegada de sus amigas que como cada sábado y domingo suben a pastar a la montaña más alta con su pastora Marta.
Se ha hecho amigo de todas las ovejas y se lo pasan estupendamente durante todo el día.

COLORIN COLORADO
ESTOS BUENOS AMIGOS
JUNTOS SE HAN QUEDADO

Ana Rubio

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