MI CABALLO DE COLORES
Isa es una niña de 4 años. Vive en una casa con su papá, su mamá y José, su hermano pequeño.
Desde muy pequeñita, a Isa le gusta mucho pintar y colorear sus dibujos. Por eso, su mamá siempre le regala lápices y cajas de colores para que juegue en su casa.
Un día, Isa dibujó un precioso caballo y lo pintó con todos los colores que tenía. Le había salido tan bonito que... ¡Qué contenta estaba de su precioso caballo de colores!.
Después de mirarlo un buen rato, a Isa le dio mucha sed. Sacó la botella de agua de la mochila, bebió y la dejó encima de la mesa.
-¡Tengo mucha hambre!- le dijo a su hermano que estaba jugando con un camión en el suelo del comedor y, se fue hacia la cocina.
Después de comer unas galletas, volvió para seguir pintando y ...
-¡Mamá, mamá!, Jose ha roto mi precioso caballo de colores –gritaba la pobre casi llorando.
Jose había cogido la botella de agua y la había vaciado sobre el dibujo de su hermana, haciendo que todos los colores se mezclasen y que su dibujo, quedara tan difuminado que apenas podía distinguirse.
-No te preocupes cariño-le dijo su mamá consolándola, -ya verás cómo mamá te lo arregla enseguida. Vosotros subid a echar la siesta y cuando os levantéis estará como nuevo.
¡TAC TAC!
Alguien estaba tocando en la ventana de la habitación.
-¡Hola Isa!.Soy yo, tu precioso caballo de colores.
Isa no podía creerlo. Allí, volando delante de su ventana estaba su caballito.
-Subid a mi lomo que vamos a dar un paseo- les dijo el caballo a los dos niños.
Así, montados sobre su caballo, pasaron toda la tarde . Volaban por encima de las casas, por encima de los árboles, por encima del parque, ...¡Qué alto volaban los tres!. ¡Cómo se divertían y disfrutaban de su paseo!.
-¡Arre caballito, arre!- chillaba Isa muy contenta.
Estaba tan distraída y emocionada, que no se había dado cuenta de que alguien la estaba llamando. Miraba y miraba por todas partes y no lograba ver a nadie, aunque seguía escuchando su nombre cada vez más fuerte.
-¡Isa, Jose, despertaos que ya es muy tarde!.
Isa se frotó los ojos de mala gana y miró a su alrededor. Allí, de pie junto a la puerta del dormitorio, estaba su madre. Siguió mirando por todas partes en busca de su precioso caballito, pero no vio nada.
Entonces, ¡todo había sido un sueño! ¡ Un maravilloso sueño!
Bajó corriendo las escaleras y buscó su dibujo. Su mamá lo había puesto al sol para que se secara y ya estaba bastante seco. Lo cogió y se quedó allí, mirando a su precioso caballo de colores.
Y colorín colorado
Con un bonito sueño
Este cuento se ha acabado.
Ana Rubio
Estubo bonito
ResponderEliminarno me sirvio pero muy bueno
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