Hacía tanto tiempo que no había llovido, que la charca se estaba quedando sin agua. Los animales estaban cada día más tristes porque sabían que cuando la charca se secara tendrían que separarse y buscar otro lugar para vivir.
Rosi, que era una tortuga muy atrevida y aventurera, decidió partir en busca de ayuda.
-¡ No te vayas Rosi, que el campo es un lugar muy peligroso para una pequeña tortuga!- le decía su mamá muy preocupada.
Pero Rosi era muy valiente, y sin pensarlo, dio un beso a su familia y amigos y salió caminando lentamente.
Caminó todo el día y habló con muchos animales, pero ninguno pudo ayudarla. Cuando llegó la noche se cobijó debajo de lo que creía que era un piedra y allí se durmió.
Al despertar, sintió que alguien le gritaba:
-¿ Quieres apartarte de mi camino?. Tengo que subir en busca de mi desayuno- le gritaba un caracol muy pequeñajo.
-¡Hola caracol!, ¿ cómo te llamas?.
- Soy Caracolín. Mi familia vive en esta lechuga y les da miedo subir porque tú estás aquí.
-¿ Y tú, no tienes miedo?.
-No. Nada me asusta, soy el caracol más valiente del país de las lechugas.
-¡Oye!, ¿podrías ayudarme?. Vivo con mi familia y muchos otros animalitos en una charca. La charca se está secando y si no llueve pronto moriremos todos. No sé qué hacer ni adónde ir.
-Claro que puedo ayudarte. Tienes que ir al país de la hadas y llamar al Hada Primavera. Sólo ella puede ayudarte. ¡Vamos, te acompañaré!.
-Muchas gracias Caracolín. Eres un buen amigo.
Y caminaron juntos durante muchos días...
Al fin llegaron al bosque de las hadas. Estaba oscuro porque allí había millones de árboles. Rosi y caracolín se fueron adentrando poco a poco en la espesura. De vez en cuando, se paraban a llamar al Hada Primavera.
De repente, algo brillante les llamó la atención. Era un hada blanca, con sus alas de algodón, su cuerpo también blanco que brillaba en la oscuridad, y unos graciosos zapatitos de terciopelo blancos. ¡Era preciosa!
-¡Hola! -dijeron- ¿Tú eres Hada Primavera?
-No, soy Hada Invernal, nuestra compañera Hada Primavera está muy enferma y no puede salir de su casa.
-¿Crees que nos dejaría verla?. Tengo que hablar con ella – pidió Rosi
-No puede hablar, para curarla necesitamos algas marinas y ninguna de nosotras sabe nadar.
-Y, ¿dónde están esas algas?- preguntó Rosi.
-¡Ahí! –contestó señalando una enorme masa de agua.
Sin dudarlo, Rosi se zambulló en el agua y al cabo de unos minutos apareció con su boca llena de algas marinas. Hada Primavera comió las algas y enseguida empezó a sentirse mucho mejor. Al curarse, quiso conocer a los animales que la habían ayudado.
-¡Hola!, gracias por ayudarme.
-¿Hola Hada Primavera! -dijo Rosi y poco a poco le contó su historia.
-¡Claro que yo puedo ayudarte amiga Rosi!
Hada Primavera salió volando con sus preciosas alas de elegantes tonos purpurina, que brillaban bajo los reflejos dorados del sol, y su pequeño cuerpo de bonitos colores, que iban dibujando el paisaje por donde iba pasando. Todo se transformaba a su paso: nacían preciosas flores de todos los colores, el campo se volvía más verde, los árboles sonreían y sus hojas bailaban con el leve soplo del aire primaveral. Todos se alegraban, y gritaban con fuerza y entusiasmo:
¡POR FIN HA LLEGADO LA PRIMAVERA!
Rosi y Caracolín bailaban con las hadas, sin darse cuenta que una fina lluvia de primavera los estaba dejando empapados.
-¡Está lloviendo!-gritaba Rosi llena de alegría.
También en la charca estaban disfrutando de la deseada lluvia, y, rápidamente prepararon una estupenda fiesta para celebrar la llegada de la tortuga más valiente que los animales de la charca habían conocido. Con la fiesta querían agradecerle su gran ayuda.
Desde ese día, todos fueron muy felices y cada primavera, organizan una divertida fiesta para la visita del Hada Primavera, que cada año, se pasa por la charca a ver a su nueva amiga Rosi.
Y COLORIN COLORADO
CON LA LLUVIA
HEMOS ACABADO.
Ana Rubio
No hay comentarios:
Publicar un comentario